Por Inés Álvarez Guillén
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22 de noviembre de 2023
El dolor lumbar se define como dolor, tensión muscular o falta de movilidad (rigidez) localizada en la parte baja de la espalda, entre las costillas y los pliegues glúteos. Puede cursar con o sin irradiación neural hacia la parte posterior de la pierna. Afecta a ambos sexos por igual y puede aparecer en cualquier rango de edad. Produce pérdida de calidad de vida e imposibilidad de entrenar en muchos casos debido a la falta de movilidad que acompaña al dolor. Además del tratamiento fisioterápico para reducir la tensión muscular y el dolor, la mejor manera de abordar esta patología y prevenir su reaparición es el ejercicio físico. La columna lumbar se compone de 5 vértebras, que son las más grandes de todo el raquis y las que más peso pueden soportar. Deben aportarnos flexibilidad pudiendo realizar movimientos de flexo-extensión, lateralización y torsión. A nivel muscular nos encontramos con varios músculos importantes que pueden causar dolor lumbar tanto por sobreuso como por falta de fuerza o por descompensación entre unos grupos musculares y otros. Músculos extensores: se sitúan en la parte posterior de la espalda y son músculos principalmente de soporte, nos permiten mantenernos erguidos y soportar las cargas. Generan poca amplitud de movimiento hacia la extensión. Serían principalmente el dorsal ancho, espinales y glúteos, sobre todo el glúteo medio. Músculos flexores: se sitúan en la parte anterior del cuerpo, fundamentalmente en el abdomen, y permiten la movilidad hacia delante de la columna, pero también participan en las funciones de soporte y mantenimiento de la postura erguida. Serían principalmente el recto anterior y el transverso del abdomen. Músculos oblicuos: se sitúan a ambos lados de la columna vertebral y su función principal es permitir la rotación del tronco, aunque también participan en las funciones de soporte y carga. Serían los oblicuos y el cuadrado lumbar. Es importante saber diferenciar un dolor crónico lumbar de otras patologías más severas, que necesitarían un tratamiento distinto y que incluso pueden empeorar si comenzamos un programa de ejercicio con estos pacientes. Lo que más frecuentemente vamos a encontrar son lumbalgias agudas o crónicas. Para que podamos considerar crónico un dolor lumbar debe perdurar durante 12 semanas. Además, en los casos de lumbalgia aguda suele haber un momento que el deportista nos refiere el momento concreto en que se hizo daño y empieza el dolor. Un dolor crónico puede comenzar siendo agudo y no resolverse a tiempo, por lo que consideramos que se ha cronificado, o puede comenzar poco a poco e incrementarse hasta provocar un dolor o una limitación funcional que el deportista ya no puede tolerar. El dolor lumbar crónico es multifactorial y las causas por las que lo puedes estar sufriendo son diversas. Alguna de ellas son las siguientes: Lesiones concretas: fracturas, protusiones, hernias discales, artrosis, espondilolistesis o estenosis de canal. Sobrepeso: el exceso de peso puede provocar una “tensión” adicional en tu columna. Genética: hay personas que nacen con una predisposición genética a ciertas afecciones de la columna como la espondilitis anquilosante. Estrés, ansiedad o depresión: asociado con la percepción y gestión del dolor. Estilo de vida y actividad física: la falta de actividad física, la obesidad y los malos hábitos pueden contribuir al dolor lumbar crónico. Trabajo: trabajos que impliquen levantar objetos pesados, estar mucho tiempo en una posición o movimientos muy repetitivos. A día de hoy sabemos que el reposo es contraproducente, así que debemos intentar que a pesar del dolor realicen algún tipo de actividad física. El ejercicio aeróbico tiene muchos beneficios para estos pacientes ya que aumenta el flujo sanguíneo, trabaja la respiración, libera endorfinas… que, a pesar de no tener relación directa con su dolor lumbar, favorecerán una mejora de la condición general del deportista, lo que ayudará a su recuperación específica de la zona lumbar. Cuando pautamos un programa de ejercicios a un deportista, debemos tener en cuenta que no hay acuerdo sobre qué ejercicios son mejores o ideales para el dolor lumbar crónico, siempre depende del deportista y su patología concreta, por tanto, la individualización es clave para lograr buenos resultados. Ningún ejercicio ha demostrado ser claramente mejor que otro, pero sí que se han encontrado resultados positivos con ejercicios específicos de fuerza, de resistencia, de coordinación, de flexión, de extensión (McKenzie), isocinéticos y trabajo aeróbico de bajo impacto en la zona lumbar dependiendo del perfil del paciente. Lo que siempre es aconsejable es establecer una rutina progresiva para evitar exacerbar el dolor del deportista y poder controlar las sensaciones o posibles molestias que éste nos refiera. También sabemos que se obtienen mejores resultados con rutinas estructuradas y supervisión por parte de especialistas que proponiendo un programa de ejercicios al deportista para que realice por su cuenta, así que debemos acompañarle en el proceso, sobre todo en las primeras etapas de la recuperación y hasta que domine los ejercicios.